Mi profesión de origen es Licenciado en Lengua Inglesa la cual cursé en la ciudad de Xalapa, Ver. en la Universidad Veracruzana. Esta licenciatura ofrece tres campos de especialización a escoger: traducción, literatura y docencia. Cuando ingresé a la Universidad, realmente no tenía bien definido lo que quería hacer pero lo que sí tenía muy claro era que no quería ser maestra y decidí especializarme en el área de literatura. Sin embargo, al estar en la facultad tuve un maestro excepcional, porque cada que daba su clase, ya fuera la de Literatura Norteamericana o la de Literatura Mexicana, creaba un ambiente tal que parecía que estábamos a un lado del autor del cual nos hablaba. Sus clases eran interesantes y divertidas y lo mejor de todo era que nunca consultaba un libro o apunte, al menos no frente al grupo, para dar su clase; dominaba perfectamente su materia y siempre respondía a todas nuestras dudas. Aunque era un maestro de unos 50 años aproximadamente, tenía una capacidad increíble para relacionarse con los jóvenes y captar nuestra atención a tal grado que cada vez que él entraba al aula, todos nos callábamos para escuchar la historia que tuviera que contarnos.
Cada vez que teníamos esa clase pensaba que si algún día por azares del destino llegará a ser maestra, me gustaría ser como él. Al egresar de la facultad se me presentó la oportunidad de entrar a trabajar en la misma facultad como docente; así que me arriesgué a probar algo que supuestamente no me gustaba y mi sorpresa fue que la docencia no era lo que yo pensaba. Como era de esperarse no me fue muy bien la primera vez, me topé con la sorpresa de que no era nada fácil pararse frente a un grupo de estudiantes y tratar de dar una clase; mucho menos hacerlo con la confianza y seguridad con las que lo hacía mi maestro favorito. Porque para poder hacerlo así primero tendría que crear mi propia identidad como docente, tener seguridad en mí misma y apropiarme de métodos y técnicas de enseñanza.
Debido a que mi perfil no era de docente, comencé como tal vez lo hicimos muchos de nosotros por ensayo y error. Tuve que documentarme sobre dichos métodos y técnicas de enseñanza, ya que no contaba con una base pedagógica; pedir ayuda y consejos a mis maestros de la facultad y modelando la conducta de más de uno de mis profesores. Y así transcurrió el tiempo hasta que un día me di cuenta de que ya no copiaba estilos, que era realmente yo la que decidía cómo dar la clase, qué técnica aplicar y sobre todo había logrado entablar un canal de comunicación con los alumnos.
Mi ingreso al nivel medio superior de manera continua fue hace 4 años cuando comencé a trabajar en el Conalep 177, sin embargo ya había tenido previa experiencia en este nivel 2 años antes en un bachillerato particular y debo confesar que ese primer acercamiento con los adolescentes fue tremendamente impactante. Yo sólo había trabajado con alumnos universitarios, que podríamos decir ya son personas responsables de sus actos y no hay que andar reprendiéndolos con frecuencia.
No obstante, a lo largo de estos 4 años he aprendido a entablar una buena comunicación con los alumnos, a entender porque a veces tienen ciertas conductas, detectar en ocasiones cuando tienen algún problema o preocupación. Esto me ha ayudado a crear un buen ambiente de trabajo y respeto en el aula porque los alumnos se sienten con la confianza de acercarse a mí, ya sea para disipar alguna duda o para comentar alguna de sus preocupaciones y esto es algo que me llena de satisfacción y es una de las cosas que más me gustan de ser docente.
Desgraciadamente no todo es color de rosa y así como hay satisfacciones también hay insatisfacciones en esta profesión como: no contar con el material y los recursos suficientes para realizar la sesión debidamente, cuando los padres e incluso los mismos alumnos consideran que otros módulos o materias son más importantes que los nuestros, cuando cualquier persona por haber tomado un curso de un año es apto para impartir nuestro módulo causando sólo confusión en los alumnos, no percibir un salario justo en ocasiones, etc. Sin embargo, puedo decir que el haber ingresado al nivel medio superior y trabajar con adolescentes, me ha ayudado a desarrollar mi lado humano y a gozar de muchas satisfacciones tanto profesionales como personales.
Finalmente todo lo anterior lo he ido adquiriendo a través de la constante capacitación que se nos brinda y un ejemplo de ello es que actualmente estoy cursando el diplomado en Competencias Docentes para la Educación Media Superior, el cual me ha sido de mucha ayuda para poder comprender por completo qué es la educación basada en competencias y cómo se debe llevar a cabo. De igual forma me ha servido para recordar nuevamente lo que es ser alumno, estar sujeta al stress de las tareas y trabajos, trabajar colaborando con los compañeros, estar nerviosa al momento de obtener una calificación y de los comentarios de mi tutor o tutora con respecto a mi desempeño. Y por el simple hecho de estar del “otro lado” me hace más tolerante y flexible con mis alumnos cuando por algún motivo se retrasaron en la entrega de un trabajo o tarea.